sábado, 5 de septiembre de 2009

MI PRIMERA CRONICA EN PERIODISMO

LAS PALABRAS NO IMPORTAN.
Entre el bullicio de los vendedores – a la orden venga por aquí, señor que se le ofrece, jóvenes que desean tomar o comer – y el escaso ruido de las motos y carros que por allí transitan, algunas parejas de enamorados suelen encontrar en éste, un espacio en el que pueden expresar libremente sus sentimientos, claro está, solo muestras de cariño que no van más allá de besos, agarraditas de mano, miradas de amor y pasaditas de alimentos de una boca a otra.
Los deliciosos olores y sabores a comida que en él se aprecian, son quizás los mayores atrayentes para muchas personas que al estar en aquí se olvidan de los problemas y dejan de lado sus preocupaciones, además de poder disfrutar de una brisa fresca que recompensa el aguante del calor incesante que acompaña los días soleados de Caucasia.
Los carros de comida rápida, el de cholado y el de los tradicionales fritos, las palmeras, las fuentes de agua y pequeños árboles que oscurecen algunos espacios, son tal vez los impulsores y fieles testigos de esas expresiones de amor. Unas tantas sillas por allí, otras por allá, en fin, por casi todos los lados en donde hay cascajo o mejor dicho, piedras de color blancuzco, tamaño pequeño y bordes irregulares con un poco de filo ubicadas a las espaldas de cada uno de los carritos, es donde se reúnen jóvenes, adultos y niños, y también novios, amigovios, amantes, esposos y padres de familia, que solo buscan un lugar donde relajarse, entretenerse, olvidar sus sin sabores y disfrutar de sus alegrías, en especial aquellos que se sienten enamorados o por lo menos atraídos por su pareja.
En medio de la noche, la brisa y los buenos olores que allí se integran las parejas empiezan a demostrar sus sentimientos. Ha llegado una pareja de novios que aparentemente tienen entre 16 y 18 años de edad, agarrados de las manos y con una sonrisa de oreja a oreja han decidido sentarse frente al carro de los cholados de bajo de la oscuridad que proyecta un árbol. Estando allí deciden ambos comer un rico y refrescante cholado – compuesto por hielo, papaya, piña, banano, helado, chocolisto, una galleta y un trozo de manzana encima para darle un tono especial – mientras comen empiezan a intercambiarse miradas que al parecer encarnan ternura, amor, alegría y también se nota en ellas el deseo de estar cada vez, uno más cerca del otro.
Parece que sus miradas se hablaran, así como cuando deseas invitar a una persona que te atrae a bailar y el único medio es la mirada, para hacerlo utilizas algunos movimientos simbólicos que ella o el captan con facilidad y de igual forma entienden lo que quieren decir.
En ese cruce de miradas los labios se acercan unos con más afán que otros, pero al fin, cuando casi estaban totalmente unidos una indiscreción los separo de inmediato – jovencitos aquí están sus cholados, exclamo el vendedor – con una mirada un poco triste por no haber podido concretar el beso y recibiendo los cholados empezaron a hablar. ¿De qué? Solo ellos lo saben.
Después de unos minutos, ella muy delicada, se lleva el trozo de manzana a la boca y se acerca lentamente a los labios de él para compartir, pero esta no es la única intensión, pues durante este paso de alimentos boca a boca los labios se abrazan muy fuertes y ahora sí concretan el beso. Un beso largo y deseado, como cuando se anhela demasiado. Por varias veces se separaban y nuevamente se juntaban y continuaban besándose, había en sus manos un juego que no era de cariño único sino, que tal vez era de deseo pues, las manos de ambos recorrían parte de sus cuerpos, las piernas, la cara, los brazos... y la oscuridad les favorece. Después de tantos besos y caricia siguieron comiendo sus cholados y hablándose muy cerca casi como en secreto. Se han terminado sus cholados, esperan un momento y luego él se aleja muy despacio, parece que no lo quiere hacer y ella lo sigue con su mirada. ¡Ah! Para sorpresa solo iba a cancelar el costo de los cholados, desde ese lugar la mira muy atentamente y es correspondido, con su mirada dirigida a ella parece decirle es hora de irnos, se levanta de su silla y llega hasta él, se toman de la mano, se dan un beso y se abrazan muy fuerte. Sin soltar sus manos caminan por el pasadizo que hay en medio de las fuentes y se alejan poco a poco sin voltear.
Andrea Zabala Rivera - Seccional Bajo Cauca